No es solo la República, pero sin ella resulta imposible

Cristina Fallarás. 14 abril 2022. Público

No es sólo la República. Es la posibilidad de un Gobierno que construya un cambio de profundidad basándose en la Educación y la Cultura. Es la posibilidad de una Institución Libre de Enseñanza donde las personas más relevantes de esta sociedad, las que trascenderán y serán recordadas, trabajen ligadas al conocimiento, las letras, la creación y la sabiduría. Se trata de la idea de unas misiones pedagógicas que recorran el territorio en entero llevando a todos los rincones el teatro, el arte, el diálogo culto, el cine, una posibilidad de elevación en cada pueblo a punto o no de vaciarse. Es La Barraca de Lorca, qué maravilla. Se trata, ay, de que la Educación se convierta en una prioridad, también para los presupuestos, y desde la imaginación. Y preñarla de personas ligadas a la Cultura y al pensamiento.

No es solo la República. Es retirarle los fondos públicos a la Iglesia, radicalmente, con prisa, todos los miles de millones de euros que recibe de esta sociedad «aconfesional». Es la certeza de que solo el laicismo permite que los ciudadanos, las ciudadanas, de una sociedad sean libres. Es el cierre de todos los centros de Educación primaria y secundaria de nuestros menores pertenecientes a la Iglesia, en lugar de convertirlos «de facto» en entidades públicas, financiadas por usted y yo. Se trata de convertir sus bienes en bienes públicos, de todas, de todos, y justamente hemos hecho lo contrario. Se trata de que el Estado se desligue absolutamente del clero, que se lo queden sus fieles y sean ellos quienes lo financien y sostengan, que ni rocen la manera en la que se forman nuestros niños, nuestras niñas. Que ninguno de ellos considere mejor la idea de una virgen, empezar lenta y concienzudamente a erradicar la culpa que se ha echado sobre las mujeres y permite y justifica cualquier violencia contra nosotras.

No es solo la República. Consiste en que las mujeres puedan ocupar los puestos de poder y el espacio público sin la necesidad de comportarse como hombres. Se trata de que la idea feminista de los cuidados empape toda la sociedad, todas y cada una de las instituciones. Es la posibilidad de que negar la violencia contra las mujeres sea un crimen. Se trata de adoptar el feminismo como única forma de respetar los derechos humanos en este mundo que vivimos. Se trata de que los hombres no miren hacia otro lado.

No es solo la República. Es distribuir los bienes con justicia, la riqueza, que quienes acumulan más y más riqueza a costa del dolor de trabajadores y trabajadoras, de parados y paradas, se vean obligados a repartir un fragmento de todo ello. Es la necesidad de que lo público sea prioritario. Se trata de que deben sostenerlo quienes más tienen, sin triquiñuelas, vigilados real y eficazmente por los poderes del Estado. Es situar en el centro de las preocupaciones institucionales el sufrimiento económico de tantísima gente perteneciente a la clase obrera, que somos el 99 por ciento de la población. Se trata de entender por fin, y así explicarlo, que la clase media no existe, que es un invento perverso en cuya tela de araña quede pegada nuestra capacidad de lucha. Se trata de que ni una sola familia se quede a la intemperie, sin techo, por no poder pagarlo.

No es solo la República. Es la depuración de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Se trata de entender y de que ellos entiendan que son servidores públicos, que están al servicio de cada ciudadana, ciudadano, al margen de su ideología, de lo que piensen, de lo que voten. Se trata de expulsar del Ejército, de la policía, todos y cada uno de los miembros defensores del fascismo. Inmediatamente. De que se peinen dichos cuerpos minuciosamente, de que la idea misma de un golpe de Estado parezca una idiotez criminal. Se trata de penar aquellas resoluciones del Poder Judicial que, torticeramente, ataquen a la propia Justicia.

No es solo la República, pero todo rey va acompañado de su señorito, su cura y sus armas. Combatir la presencia de la Iglesia en las instituciones, la explotación de la clase obrera, el fascismo y el machismo es deber de toda persona culta, decente o sencillamente buena. No es solo la República, pero sin la república resulta imposible.

Leer en Público.

 

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